Hasta principios del siglo XIX existió una ermita en el lugar donde actualmente está situado el Cementerio de Abajo denominado "Cementerio de San Félix".
Cuentan la leyenda que durante la llegada de las tropas francesas un vecino del pueblo huía y que su madre para que no le pudieran alcanzar, comenzó sus plegarias a San Félix pidiéndole que su hijo no fuese apresado. Se dice que al llegar al lugar donde estaba la ermita se les rompieron las patas a los caballos atribuyendo el milagro a la intercesión de San Félix. Lo que sí podemos apreciar a ciencia segura es que la ermita se encontraba en muy malas condiciones de conservación y que el obispo de León (hasta entonces Cerecinos pertenecía a dicha diócesis) mandó agregar todos sus bienes a la Parroquia de San Juan.
